"Pureza", de Jonathan Franzen. En un mundo paranoico y conspirativo

“Pureza” (“Purity”), de Jonathan Franzen
Salamandra, Barcelona-Buenos Aires, 2015, 697 páginas.
Traducción de Enrique de Hériz
En España: 24 euros. En Argentina: 385 pesos
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Jonathan Franzen es el autor de extensas novelas, uno de esos escritores que venden millones de ejemplares de sus ficciones que siempre son esperadas con gran expectativa. Después de “Las correcciones” (2001) y de “Libertad” (2010), llega “Pureza”, a la que el autor define como “una historia contra las ilusiones de libertad que nos venden desde las grandes corporaciones de Internet”. Y que, como ocurriera con sus anteriores trabajos, ha despertado críticas, controversias y fuertes ventas en el mundo.

La presente novela gira en Torno a “Pip” Tyler, una joven que en sus acciones e inacciones, en sus búsquedas obsesivas, en sus constantes errores y conflictos, resulta una persona necesitada de huir de sí misma, aunque sin encontrar lugar ni sosiego alguno, acosada por problemas y hasta conspiraciones que no termina de entender ni dominar. Una reiteración del personaje kafkiano por excelencia, también acosado por entes siniestros, tribunales que anticipan condenas antes de cualquier juicio. “Pip”, de cierta manera, resulta la imagen de la desolación y el desconcierto del ser contemporáneo.

Franzen opta esta vez por grandes escenarios y tiempos históricos disímiles. Aparte de “poner en circulación” a diversos personajes que, de una u otra manera se vinculan con “Pip”. En primer término, su madre, una obsesiva de la que la joven trata de alejarse (sin lograrlo nunca del todo) para vivir su libertad. Luego, el alemán (oriundo de la desaparecida Alemania Oriental) Andreas Wolf, quien afincado en el corazón de Bolivia mantiene un grupo de “conversos” que captan ilegalmente y filtran información calificada, que distribuyen al mundo para que se sepa “la verdad”, un tanto al estilo del Julian Assange de Wikileaks o del Edward Snowden hoy refugiado en Rusia luego de dar a conocer documentos que comprometieron al gobierno de Barak Obama. Asimismo, en la novela se conocerán la vida y las nada fáciles relaciones del periodista Tom Averant y su amante Leila Helou, ambos “almas” de un servicio independiente de noticias, “Denver Independent” (que no mantiene vínculos con The Sunlight Proyect, de Wolf), así como a otros personajes menores, como la bella alemana Annagret, el baldado esposo de Leila, Charles, un escritor fracasado, y quien fuera la primera esposa de Tom, la millonaria y excéntrica Anabel Laird, sobre quien durante la mayor parte de la novela no se tienen noticias, como si estuviera muerta o desaparecida.

“Pureza” es un rompecabezas a armar, las “piezas” que lo componen están sólidamente ligadas, pero Franzen cobra el precio de mucha lectura y paciencia, considerable paciencia, dado que ese “todo” se irá articulando de a poco y de a poco también adquirirá sentido. Sentido que, claro está, terminará cobrando entidad sólo al final de las extensas casi 700 páginas de su nueva ficción.

El narrador desarrolla su historia en varios escenarios, siendo los principales de ellos un sitio excesivamente idealizado –para mi gusto- donde Wolf tiene su refugio en Bolivia (¡protegido por Evo Morales!), Denver (foto), donde se encuentran las oficinas centrales del emprendimiento de Tom, Oakland, también en los Estados Unidos, porque allí “Pip” vive como una okupa en una casa en constante riesgo de desalojo, y la Alemania del Este, cuando era la comunista República Democrática Alemana, en la que Andreas vivió una vida de privilegios por ser su padre un funcionario importante del régimen y su madre una mujer independiente, académica reconocida y progenitora más que absorbente.

En el comienzo de la novela, “Pip” se encuentra alterada porque a causa de sus estudios universitarios ha contraído una deuda económica para ella desmedida y que ignora cómo cancelar. También desea saber quién fue su padre, dato que su madre le niega, así como la verdadera filiación de ambas. En la casa en la que vive conoce a la alemana Annagret quien, de manera insistente y un tanto inexplicable, la insta a ponerse en contacto con Andreas y no sólo eso, sino a irse a vivir con él en Bolivia, para que se integre al Sunlight Proyect o Proyecto Luz Solar del alemán, que es lo que termina ocurriendo. Luego de aceptar –a regañadientes- el traslado, se la verá en otro escenario muy distinto: en Denver, mezclada en las andanzas de Tom y Leila y en la búsqueda de, presuntos, misiles desaparecidos de una base militar.

Hay dos “desprendimientos” de lo que podría llamarse el “presente” de la novela. Uno, quizás lo más conseguido, refiere a la vida que llevó Andreas en la Alemania comunista (foto de época), primero como jovencito privilegiado y más tarde como un “rebelde” del sistema que apoya a personas (también jóvenes) desasosegadas y sin rumbo. Una de ellas, casi una niña, lo llevará a tomar una decisión que resultará clave para explicar el derrotero que irá tomando su vida ulterior. Todo el largo episodio que transcurre en la Alemania donde el proclamado socialismo se presenta en realidad una enorme cárcel de vigilancia constante, constituye quizás la mejor parte de “Pureza”.

El segundo de esos “desprendimientos” tendrá que ver con la relación enfermiza entre Tom y su primera mujer, caracterizada por una serie interminable de malentendidos, los que derivarán en una separación a la que, veinticinco años más tarde, el periodista seguirá sujeto desde el punto de vista anímico.

Un humor constante –muy evidente en el episodio dedicado a la pareja de Tom y Anabel- caracteriza al libro, así como una franqueza sexual reiterada que no siempre tiene justificativos. Como tampoco lo tiene la extensión de una novela que en partes se vuelve innecesariamente reiterativa, dando la sensación de que Franzen siente la “obligación” de ser didáctico y explícito en grado sumo ante el lector, lo que lleva a pensar (otra vez) en la fascinación que a él le despierta la novela decimonónica, que con su estilo parece querer devolverla a la vida.

“Pureza” (el verdadero nombre de “Pip”, Purity) en su título es un explícito homenaje a Charles Dickens (foto), ya que un Pip hombre es el protagonista de su novela “Grandes esperanzas”. Título que quizás deberíamos tomar en cuenta porque son las grandes esperanzas las que animan tanto a “Pip” como a Andreas y a Tom, a Leila y a la madre de Pip, también a la madre de Andreas, grandes sueños al término irrealizables en un mundo ganado por un poder oscuro y subyacente, sobre el que tanto nos habla Thomas Pynchon y al que también refiere, de otra manera, este otro novelista norteamericano, que coincide en sospechar de cuanto acontece en el mundo paranoico en el que estamos sumergidos.
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“Empezó a creer que era la mujer que llevaba toda la vida aguardando. La esperanza que le brindaba era más dulce que la que en otro tiempo le había brindado Annagret, porque Andreas ya había mostrado a Pip más de su verdadera identidad de lo que había mostrado nunca a Annagret y porque, veinticinco años antes, en el período de su vida en que había alimentado la esperanza de que Annagret lo salvara, ni siquiera había sido consciente de que debía salvarlo del Asesino. Ahora sabía qué se jugaba”.
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Datos para una biografía

Jonathan Franzen nació en Estados Unidos en 1959. Fue elegido en 1996 entre los Mejores Jóvenes Novelistas Norteamericanos en la prestigiosa revista británica Granta. Es autor de las novelas “Ciudad veintisiete” (1988), “Movimiento fuerte” (1992), “Las correcciones” (2001), “Libertad” ( 2010) y “Pureza” (2015). Es autor además de “Cómo estar solo” (ensayos, de 2002) y sus memorias incluidas en “Zona templada” (2002) y “Zona fría” (2004), así como de “Más afuera” (2012, en el que escribe sobre el suicidio de quien fuera su gran amigo el narrador David Foster Wallace). Franzen habitualmente colabora con distintos medios, especialmente The New Yorker. Con “Las correcciones” obtuvo el National Book Award y el Premio James Tait Black Memorial, fue finalista de los premios Pulitzer y Pen/Faulkner y “descubierto” por millones de lectores en todo el mundo. Se hizo famoso por negarse a participar en el programa de Oprah Winfrey (al que años más tarde concurriría para hablar de “Libertad”) En la actualidad vive entre Nueva York y Santa Cruz, California. En 2012 se filmó una producción para la televisión norteamericana de “Las correcciones”, con Ewan McGregor y Maggie Gyllenhaal. En su edición del 10 de agosto de 2010 la revista Time consagró a Franzen como el Gran Novelista Americano, llevándolo a su tapa (comentario de Time en inglés).
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Video: Kerry Miller entrevista a Jonathan Franzen con motivo del lanzamiento de “Purity” (15 de septiembre de 2015; duración una hora; en inglés)
Video: Kerry Miller entrevista a Jonathan Franzen con motivo del lanzamiento de “Purity” (15 de septiembre de 2015; duración una hora; en inglés)


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