“Avenida de los misterios” (“Avenue of Mysteries”), de John Irving.
Tusquets Editores, Barcelona-Buenos Aires, 2016, 637
páginas.
Traducción de Carlos Milla Soler.
En España: 22,90 euros. En Argentina: 399 pesos.
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Quien ingrese al universo de John Irving sabe (o debería
saber, si aún no lo ha leído) que aquello que cuente no será exactamente el
“espejo” de la realidad. De ésta tomará datos, pero le añadirá de inmediato
esos espejos deformantes que son su marca de fábrica y que terminarán llevando
al lector por caminos de conflictos humanos y profundos, en un ámbito de
relativa irrealidad que nunca será totalmente dilucidado.
Ha ocurrido en sus novelas centrales (“El mundo según
Garp”, “Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra”, “Oración por Owen” y “Una
mujer difícil”, entre otras) y se repite en “Avenida de los misterios”, su más
decidida incursión en un mundo de magia y misterio, con fuerte presencia de la
religión y la sexualidad, que al principio fue un intento de guión de cine y
que le llevó más de veinte años transformar en novela.
El personaje central es Juan Diego Guerrero, escritor mexicano-estadounidense
(los escritores son los personajes preferidos de Irving), quien al momento del
“presente” de esta ficción realiza una viaje que quiere ser expiatorio a
Filipinas pero que le significará, por recuerdos que serán tanto o más fuertes
que la realidad circundante, un retorno a un pasado de extrema de pobreza,
donde junto con su hermana vivirán (sobrevivirán) en un estercolero de la
ciudad mexicana de Oaxaca, como verdaderos “niños de la basura” que fueron y de
la que a duras penas pudieron salir. En todo caso, pudo salir Juan Diego.
En la novela, Irving se mete a fondo en una historia
marcada por la espiritualidad, las creencias religiosas, la telepatía y,
llegado el caso, hasta el propio milagro (de gran significación en la trama de
la historia y en la vida del personaje), sin que eso le signifique dejar de
lado sus personales confrontaciones con la Iglesia Católica. El realismo vacila
hasta el punto de desaparecer en determinadas situaciones de “Avenida de los
misterios” y esos enigmas persiguen al protagonista hasta ese “presente”, a
través de la aparición de dos mujeres, Miriam y Dorothy, que lo acompañan como
guías y compañeras sexuales, imponiéndose todo el tiempo sobre sus intenciones
iniciales.
Lupe, la hermanita clarividente de Juan Diego, mantiene
una violenta confrontación con la que llama “el monstruo María” (en alusión a
una efigie de gran tamaño de la Virgen María) a la que considera que está enfrentada
con la Virgen de Guadalupe. Lupe habla en una lengua incomprensible para los demás,
salvo para Juan Diego, quien tanto en el basural (foto), como fuera de él, recibe de la niña misteriosos y oscuros mensajes
que tienen tanto que ver con la situación que ambos viven como respecto del
futuro que les aguarda.
Pasado y presente. La novela es un
ida y vuelta entre el pasado y el presente, que se presentan alternativamente
en los ajetreados viajes que realiza Juan Diego, asediado tanto por su colega
(y ex alumno) el fanático católico Clark French y las dos mujeres, que alternan
su presencia y sus favores sexuales, que le producen una multiplicidad de
confusiones al novelista, cargado de betabloqueantes o metabolizantes (está
afectado del corazón y sufre una suerte de fatiga crónica) y de Viagra,
pastillas que tanto Miriam como Dorothy le hacen tomar según sus criterios, sus
urgencias y sus caprichos.
Una variopinta galería de personajes “acompaña” a los
niños de la basura: Esperanza, la madre, que al tiempo de ser prostituta
trabaja de doméstica (mujer de la limpieza) en un convento de jesuitas; el
padre Pepe, jesuita él también, que descubre que Juan Diego rescata libros del
basurero y es un lector empedernido y bilingüe por su propio empecinamiento en
saber; Eduardo o Edward, jesuita norteamericano recién llegado de Iowa que
quiere integrarse al mundo de los pobres pero que terminará enamorándose de
Flor, un travesti; Rivera, “jefe” del basurero y presunto padre de los niños, a
los que cuida más que la propia Esperanza; dos curas más, Alfonso y Octavio,
viejos y conservadores; y el médico Vargas, el ateo de esta historia de
creyentes, y –un poco más tarde- la serie de figuras pertenecientes al Circo de
las Maravillas, donde terminarán, por poco tiempo, los niños de la basura (y en
el que, entre leones, funambulistas -foto-, domadores y payasos, ocurrirán acontecimientos de vital importancia, para la trama del relato
y para la vida del futuro novelista).
Sí, es una especie de duermevela la que vive, o percibe,
o acompaña, a Juan Diego en su periplo filipino, “saltando” de una isla a otra,
volando de un lado para el otro y parando en hoteles en los que o Dorothy o
Miriam lo aguardan, quizás para ser sus damas eróticas de compañía, quizás para
asistirlo, quizás para un “algo más” indeterminado, pero que parece
relacionarlas con fantasmas y súcubos inmisericordes.
Y es esa misma duermevela la que lo sumerge intensamente
en su pasado, cuando a los catorce años sufrió un sinfín de cambios, que fueron
pruebas, que le significaron pérdidas, dolor y definitivo crecimiento antes de
dejar atrás para siempre la vida-sin-vida, la sobrevida que soportaba en el
estercolero.
Irving siempre escribió a su aire, rindiendo homenajes a
autores del siglo XIX, como Melville (foto) o Dickens. Sus historias tienen mucho de
novela de aventuras y al mismo tiempo se definen por los inolvidables
personajes que nacen de su pluma, de su fértil imaginación, que nunca parece
reiterarse. Ágil, amena, extensa como toda novela del norteamericano, “Avenida
de los misterios” quizás no sea su mejor relato, pero sí una muestra de tesón
y empeño y también que a los 74 años le queda aún mucho para contarle a sus
congéneres del mundo entero.
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“Sí, el origen de sus novelas estaba en su infancia y adolescencia: ese
era el origen de sus miedos, y el origen de su imaginación residía en todo
aquello que le infundía miedo. Eso no significaba que escribiera sobre sí
mismo, o sobre lo que le había ocurrido de niño y adolescente; no era así. Como
escritor, Juan Diego Guerrero había imaginado aquello que le infundía miedo.
Nunca podía saberse lo suficiente sobre el origen de las personas reales”.
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Datos para una
biografía:
John Irving (John Wallace Blunt Jr. es su
nombre real), nació en Exeter (New Hampshire) en 1942. En nuestro idioma se
conocen sus novelas El mundo según Garp; El hotel New Hampshire;
Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra; La epopeya del bebedor de agua;
Oración por Owen; Libertad para los osos; Un hijo del circo; Una mujer difícil; La cuarta mano; Hasta que te
encuentre, Personas como yo y Avenida de los misterios, así como el libro
de relatos La novia imaginaria,
el volumen autobiográfico Mis líos con el cine y el cuento infantil El ruido que hace alguien
cuando no quiere hacer ruido. Irving ha sido galardonado por la Fundación
Rockefeller, por el National Endowment for the Arts y por la Fundación
Guggenheim; ha recibido asimismo el O’Henry Award y el National Book Award (del
que ha estado nominado tres veces), y en el año 2000 recibió el Oscar por el guión para la película Las normas de la casa de la Sidra. Luego de haber vivido en Vermont durante
décadas, desde hace dos años se ha radicado en Toronto, Canadá, donde vive con
su esposa Janet, oriunda de ese país. Es profesional en el deporte de lucha
libre, que ha practicado y enseñado durante años. Cinco de sus historias han
sido llevadas al cine: “El mundo según Garp” (1982, dirigida por George Roy
Hill), “El Hotel New Hampshire” (1984, Tony Richardson), “El inolvidable Simon
Birch”, (1998, basada en “Oración por Owen”, Mark Steven Johnson), “Las normas
de la Casa de la Sidra” o "Las reglas de la vida" (1999, basada en “Príncipes de Maine, reyes de Nueva
Inglaterra”, Lasse Hallström) y “Una mujer difícil” o "Una mujer infiel" (2004), Tod Williams). Trabaja
actualmente en una versión, en formato de cinco capítulos para la televisión,
de “Un mundo para Garp”
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En Internet:
Reportajes publicados por medios españoles, con motivo
de la visita reciente de Irving a Madrid:
Otros enlaces:
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Video: Rueda de prensa con John Irving en “Casa América”
de Madrid, 13/5/16, sobre “Avenida de los misterios”. Duración: una hora.
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